Por fin hemos vuelto de nuestro viaje a Myanmar. Después de más de doce horas de vuelo entre Bangkok y Madrid (no hay vuelo directo a Yangón), y tras haber hecho noche en la capital de Tailandia para ver algunas cosas que nos dejamos en nuestro viaje en 2005, estamos ya en casa, los tres (Sheldon también).
¿Qué puedo contaros de Myanmar? No nos ha decepcionado en absoluto. Ha sido lo esperado. Es un país muy muy pobre, os diría que al nivel de India. Alguien me dijo que como Tailandia hace 60 años. Posiblemente. Las calles están mal conservadas, en muchos casos, fuera de las grandes ciudades, no hay asfalto, o éste está muy deteriorado; la salubridad es escasa fuera de los círculos turísticos (y dentro de algunos también, amplío más adelante). Los niños te asaltan para venderte de todo, incluso, como en otros países (¿Egipto, sin ir más lejos?) han aprendido "coletillas" del tipo "te lo piensas y vuelves luego"...
Pero resulta curioso. Aquí, en España, lees por todas partes que los móviles no funcionan. Y te piensas que realmente están atrasados... Pero llegas allí, y descubres que todo el mundo tiene móvil, y funciona, pero que tu iPhone 4 no sirve para nada, porque sólo funcionan los móviles birmanos. En cuanto al internet, lo esperado, sólo en wifi, sólo en las recepciones de los hoteles, y con ordenadores capados. Si tienes la suerte de llevar un smartphone, o un tablet, entonces puede que tengas más suerte para acceder a según qué páginas.
Llegamos en el verano birmano, celebrando el año nuevo, y su "festival del agua". Consiste en tirarle agua a todo lo que se mueve. En Yangon y Mandalay contruyen estrados donde se sube la gente con mangueras, cubos, pistolas de agua, etc, y riegan, literalmente, a todo el que pasa por debajo. Es realmente divertido, pero puede ser peligroso. Algunos le echan el agua a la cara a los motoristas, y hay muchos... Pero nadie se enfada. Todos entienden que es año nuevo. Aún así suelen ser (suelen ser, pero no siempre) muy respetuosos con los turistas.
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Pilar junto a nuestro guía Zaw Zaw, pronunciado "Shou Shou" (palabra) |
Los birmanos son gente muy amable, cercana, es fácil hablar con ellos, si saben inglés. Les dices hola en su idioma (mingalabá, más o menos), y te sonríen.
Los monumentos, qué decir de esas maravillas. La pagoda Schwedagon es por sí sola razón suficiente (y casi única) para ir a Yangon. Y Bagán es, para mí, junto con Angkor, un lugar único. Imaginad una extensión como Manhattan plagada de pagodas... Han contabilizado más de 2000. Sencillamente espectacular.
El lago Inle. Varios hoteles, no muchos, con palafitos, bungalows sobre el agua. Idílico...Hasta que cae la noche, se encienden las luces, y millones de mosquitos llegan en su busca. Imposible salir a la terraza. El Relec se vuelve imprescindible, especialmente en una zona donde hay malaria. A esto me refería antes cuando hablaba de la salubridad.
La comida...A mitad de camino entre la china y la tailandesa, afortunadamente es menos picante que ésta última. Mucho pollo, mucho cerdo, menos ternera, mucha verdura, papaya, sandía...
Myanmar, antes Birmania, es un país para el que, si se decide viajar, hay que "estar preparado" para lo mejor y para lo peor. En eso recuerda a India. Myanmar tampoco te dejará indiferente.