martes, 23 de octubre de 2012

DOCE LUGARES PARA DETENER EL RELOJ (1)

A lo largo de nuestras vidas nos encontramos muchos momentos de esos que nos gustaría que durasen toda la eternidad. De esos que, cuando los estamos viviendo, querríamos que el reloj se detuviera, que pudiéramos quedarnos ahí para siempre; de esos en los que nos preguntamos por qué tenemos que continuar.

En esta entrada voy a contaros, de mis vivencias, doce de esos lugares en los que me hubiera gustado que el reloj se hubiera detenido, o, al menos, hubiera podido ir más despacio.

1. ABU SIMBEL (Egipto)

La primera, y única vez que visité Abu Simbel fue en octubre de 2004. Contraté la excursión como algo adicional después de que me lo recomendaran como lo mejor de Egipto. Al llegar a Luxor el guía, ya dentro del barco, lo primero que hizo fue intentar vender esta excursión. Recuerdo un grupo de Ciudad Real (con pocas luces), que dijeron que no, y yo les convencí de que debían verlo.
El templo de Abu Simbel tiene un mérito doble. El primero por construirse excavándose en la tierra, y el segundo por, miles de años después,  trasladarse piedra por piedra unos pocos metros más arriba, y así evitar que la presa de Assuan lo inundara. Ramsés II lo mandó construir para conmemorar la victoria en la batalla de Kadesh, y es lo que puede verse en su interior. Hicieron dos templos, el de la foto, dedicado a Ramsés, y el templo menor, dedicado a Nefertari. El faraón jamás lo visitó, pues la pena por la pérdida de Nefertari hizo que jamás se desplazara hasta la zona. Mejor para el arquitecto, así su faraón no vió como una de las cabezas había caído como consecuencia de un terremoto. Fue aquí, en Abu Simbel donde yo experimenté lo que luego he dado en llamar "momento Abu Simbel". Ver aquellas figuras con tal magnitud, con tal grandeza, que no pude dejar de sentirme embargado por la emoción, y casi con lágrimas en los ojos, dar gracias a Dios por poder vivirlo.

2.  MEZQUITA AZUL DE ESTAMBUL (Turquía)

He incluído esta foto nocturna de nuestro viaje a Estambul en mayo de 2011 porque fue precisamente de noche cuando viví otro momento "Abu Simbel".
Después de cenar en el Istanbul Enjoyer, le dijimos a su dueño, nuestro amigo Mehmet que queríamos entrar en la mezquita de noche para apreciar los matices de colores, distintos a los que se ve por el día. Mehmet nos dijo que ya la habrían cerrado para los turistas, pero aún así decidimos ir, era un paseo de unos minutos.
Al llegar, efectivamente, el guarda de seguridad nos dijo que estaba cerrado para turistas, y que sólo estaba abierto para la oración. Nos alejamos de la entrada, y comenzamos a deambular por el patio, pero luego volvimos a preguntar la hora de cierre, para volver otro día. El guarda nos dijo que acababan de cerrar hacía diez minutos. No sé qué cara debió vernos, pero el caso es que nos dejó pasar... Y lo hicimos. Estuvimos dentro diez minutos, y pudimos apreciar esos colores que queríamos ver, y el profundo respeto y religiosidad que se respiraba dentro.
Luego salimos, pero volvimos a deambular por el patio, hasta sentarnos frente a la fachada, y hacer esta foto. Entonces oímos por la megafonía al almuecín llamar a la oración, y fue en ese preciso instante cuando se generó el "momento Abu Simbel".

3. BAHIA MAYA (Phi Phi Le, Tailandia)

2005. Desde Orlando a principios de los 90 no habíamos hecho ningún viaje largo, de más de 5 horas de avión, así que Tailandia fue el primero.
Con la película "La playa" hice dos descubrimientos. La música de Moby, y el Paraíso, en lo que para mí se convirtió la bahía Maya, algo similar a lo que consideraban en la película; después de verla en el cine, ir a Ao Maya (en tailandés)  y escuchar "porcelain" en ese mismo lugar pasó a ser un objetivo, que se cumplió ese año de 2005.
La visita fue muy corta, una excursión de unas horas, con una estancia de 45 minutos en la isla. No hay ninguna edificación, es un parque natural, y no se puede hacer noche allí. Mejor. Estuvimos apenas dos meses después del tsunami que arrasó el sudeste asiático y mató a 230.000 personas. Pero pude cumplir mi deseo, y escuchar la canción mientras mis ojos se alimentaban, en otro "momento Abu Simbel" de aquel espectáculo sin igual. Sin duda hay muchos lugares en el mundo, pero en aquel momento, allí, yo deseaba más que nadie que las manecillas del reloj estuvieran bien quietecitas. En el vídeo que hicimos Pilar me graba con los auriculares puestos, sentado en la arena de la playa, con una cara de tonto, como hipnotizado. Uno de los mejores recuerdos de mi vida.

4. ANGKOR VAT (Camboya)

En 2005, en el mismo viaje a Tailandia, y aprovechando que Siem Reap está a una hora de avión de Bangkok, fuimos a ver Angkor. La ciudad perdida en medio de la jungla. En la foto podemos ver Angkor Vat, el templo principal, aunque cualquier de los templos visitados, especialmente éste, Ta Prom (el de las raíces) y Bayon (el de las caras) son los que más interés despiertan.
Nosotros los visitamos en la estación seca, por lo que el paísaje estaba "menos verde", pero aún así pudimos disfrutar de un espectáculo impresionante. Sus murallas exteriores forman un rectángulo de 1000 x 800 metros de lado, data del siglo XII, y en las paredes del templo podemos ver unos inmensos frisos que cuentan la leyenda del Ramakien (o Ramayana). Recuerdo al guía, con un aceptable español (para ser camboyano), contándonos toda la historia del "océano de leche", y diciéndonos que después nos iba a preguntar. Había que prestarle muchísima atención, pues tampoco era tan fácil entenderle. "Aceptable español" es, en este caso, un amable eufemismo.
Estuvimos en la zona tres días/dos noches, en el hotel Victoria Angkor, en una zona donde la malaria podía ser un riesgo, si bien, como ya he dicho antes, fuimos en la estación seca, con lo que dicho riesgo quedaba minimizado. Para quien viaja a Tailandia, si le es posible, hacerse una escapada hasta aquí es algo a contemplar.



5. BALI (Indonesia).

Resulta muy difícil destacar un solo lugar de esta paradisíaca isla en el que podamos cumplir con el título de esta entrada.
Bali es, en sí misma, un lugar único, y cualquier rincón tiene una belleza sobrenatural. Ubud, en el centro de la isla, con sus centros de arte. ¿Quién iba a pensar que, en un lugar tan recóndito, fuera posible encontrar tanto arte? Porque Ubud está realmente en un lugar difícil de acceder; en medio de una selva, con unas carreteras plagadas de curvas, donde los vehículos difícilmente pueden circular a más de 60 km/h (aparte de por las curvas, porque tampoco dan para más).
Tanah Lot, con su templo junto al mar, que se ve aislado cuando sube la marea; Mengwi, con sus bellísimos Nehrus; Besakih, el templo madre, un recinto de un kilómetro de longitud en el que podemos encontrar multitud de templos de piedra negra; o... inevitable decirlo, la playa de Jimbarán, origen del nombre de este blog y de la agencia de viajes que dirijo. Un lugar único donde pude alimentarme de la bondad de los visitantes, con sus sonrisas y su amabilidad.
Si quieres disfrutar del lujo asiático, Bali es uno de sus máximos exponentes, por la calidad de sus instalaciones, la variedad de su comida, la belleza de sus monumentos, y, sobre todo, la calidad humana de sus gentes.

6. BAGAN (Myanmar).

En nuestro último viaje, en abril de 2.012, visitamos Myanmar, la antigua Birmania, en medio de un clima de aperturismo, y con la líder de la oposición, Aung San Suu Kyi por fin liberada de su encarcelamiento domiciliario.
Lo primero que descubres cuando llegas a Myanmar es que todo el mundo tiene móvil, de forma que, si piensas ir y te dicen que tu móvil no sirve allí, no creas que es porque no hay tecnología, como en el caso de internet, donde el acceso es muy limitado.
Hay varios puntos de altísimo interés en este país, y Bagan es, me atrevería a decir, el primero de ellos. Es más, diría que, junto a Angkor, no hay otro lugar igual en toda Asia. Una planicie interminable donde hay varios miles de templos edificados. Subirte a uno de ellos al atardecer, y ver cómo el sol se va poniendo por el oeste, mientras oyes la fauna autóctona (pájaros fundamentalmente), y ver cómo todo se va tiñendo de rojo, es un momento en el que valoras hasta el aire que respiras, y deseas que todo lo malo que existe desaparezca.

Y hasta aquí llega esta entrada. En breve publicaremos la segunda parte, con otros seis lugares que he visitado en los que me hubiera gustado detener el tiempo. Para cada uno de nosotros habra otros, no me cabe duda, y a medida que vaya viajando conoceré otros que no salen aquí. No se trata de hacer una clasificación, sino, simplemente, de hacer una reseña. Seguro que tú tienes los tuyos. Y si no te has parado a pensarlo, detente un momento.

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